Desde el inicio de la
publicación de este blog le he asignado el nombre de Ágora,
porque así denominaban los antiguos griegos a las plazas de las
ciudades a donde acudían los ciudadanos para hablar de los
asuntos públicos, escuchar a los filósofos y debatir entre ellos.
En Atenas, hace algo más de 2.500 años, se creó un modelo de
participación política, la Democracia, en el que los ciudadanos
elegían a sus representantes para gobernar la ciudad, elaborar sus
leyes y designar los tribunales de justicia, llegando a alcanzar un
gran desarrollo en el campo de las ciencias, las artes y la cultura
que es la base de nuestra civilización.
La fotografía de
cabecera es, por ese motivo, del actual parlamento griego, en la
Plaza Sintagma, con un pequeño grupo de personas expectantes. En los
últimos tiempos, el país heleno ha sido el foco de atención
mundial pues en 2010 el Estado no pudo garantizar el pago de la deuda
que habían contraído una serie de políticos irresponsables en
connivencia con políticas financieras netamente neoliberales. Los
representantes de la llamada “troika”de los acreedores - el Fondo
Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la
Comisión europea- impusieron la aceptación de nueva deuda a un país
insolvente, como si no lo fuera, hundiéndolo aun más en una
tremenda crisis económica y social. Por eso los ciudadanos dieron su
apoyo en las urnas a Syriza, nuevo partido que llevaba un programa
contra la austeridad, los recortes sociales y las privatizaciones.
Escribe Ignacio Ramonet,
en Le Monde diplomatique de este mes de agosto, que solo en
las películas de terror se ven escenas tan sádicas como la
humillación a que ha sido sometido el nuevo primer ministro griego
el pasado 13 de julio, cuando ante la canciller alemana Merkel, se
vió obligado a renunciar al programa de liberación por el que fue
elegido y refrendado por la ciudadanía bajo la amenza de cerrar
todos los bancos y dejar sin recursos a los griegos. Las
nuevas condiciones de privatizaciónes, recortes de pensiones y
salarios y otras serie de medidas impuestas a las clases medias y
bajas han sido calificadas por el diario alemán Der Spiegel como “
un catálogo de horrores” y el exministro de Finanzas Yanis
Varoufakis manifestó en un artículo periodístico que “Su
único objetivo era humillarnos”.Es, ni más ni menos, que el
fin de la soberanía de un pueblo además de un claro mensaje para el
resto de los países europeos de que no habrá otra alternativa que
las políticas que están imponiendo.
ALEMANIA DE NUEVO
Porque es un problema
político, no económico. Igual que en 1923, cuando Alemania fue
elegida por el poder financiero para terminar con las democracias
europeas ante el auge del comunismo, ahora se trata de finiquitar el
sistema creado al final de la Segunda Guerra Mundial para oponerse a
los países del bloque comunista, ya inexistente, e implantar un
sistema liberal puro. El fin del estado social creado por los
partidos socialdemócratas, hoy socioliberales, financiados por el
Plan Marshall.
Amparados en la
deslocalización empresarial que ha generado millones de parados en
todo Europa, se reducen los salarios, se modifican las leyes
laborales que protegen los derechos de los trabajadores, se reducen
las ayudas sociales , las pensiones... y sobre todo se apropian de
las empresas y bienes del Estado creados con
el dinero de todos. Se trata, en fin, de una nueva plutocracia, en la
que las constituciones de cada país se han quedado en mera
literatura y los gobiernos en simples títeres "al diktado de
Alemania".
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