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Salid a encontrarla
por esos caminos,
¡va loca de soles
y loca de trinos!
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Gabriela
Mistral
Los
medios de comunicación anuncian la llegada de la primavera pero no
es necesario, la estación más generosa del año estalla como un regalo para los sentidos; la vista, el olfato y el
oído reciben el impacto de la Naturaleza que se manifiesta de nuevo
en todo su esplendor. Los árboles de Galicia se visten de gala,
miles de turistas se desplazan al Valle del Jerte para disfrutar del
espectáculo de los cerezos en flor y más al Sur, en Andalucía, los
geranios que pueblan las calles florecen de nuevo mientras la gente
se para y cierra los ojos para percibir en toda su intensidad el olor
de las flores de azahar que adornan de nuevo los naranjos de las
avenidas. Al mismo tiempo el piar de las golondrinas que regresan
anuncian por las calles la buena nueva.
¿Por
qué?
El
movimiento de traslación de la Tierra y la inclinación del eje
terrestre (23º27´30´´) señalan las cuatro estaciones del año
definidas por la temperatura terrestre y la duración de los días y
las noches. El 21 de marzo y el 23 de septiembre, los rayos del Sol
caen perpendiculares al Ecuador y la línea que separa la parte
iluminada (día) de la parte oscura (noche) pasa exactamente por los
polos y en ese momento la noche y el día tienen la misma duración
en todos los lugares de la Tierra. El 21 de marzo señala el comienzo
de la primavera en la zona templada del hemisferio Norte, entre el
círculo Porlar Ártico y el Trópico de Cáncer, y el otoño en la
del hemisferio Sur. Los días empiezan a crecer y la temperatura
aumenta.
Al
incrementarse las horas de luz y la temperatura las plantas recobran
su vitalidad, echan mano de las substancias de reserva que
almacenaron durante todo el invierno y comienza de nuevo su ciclo
vital.
La
primavera es el momento en que hay que desenclavar la vista de las
pantallas, volcarse en el mundo que nos rodea y disfrutar del abanico
de sensaciones que cada año nos obsequia el ciclo de la
Naturaleza.