miércoles, 18 de octubre de 2023

1903 : EL REPATRIADO

 


Por la mañana del 1º se junio de 1903, las casas del pueblo estaban en silencio, desiertos los balcones y las colgaduras que los adornaban se movían sacudidas por el viento. Cien atronadores estampidos ensordecieron el espacio y las campanas repicaron con prisa. Se había concluído la misa, que admirablemente cantaran voces de la orquesta de la Catedral de Santiago y de la capilla de San Mauro, profusamente engalanada, salía la procesión.

Aparecen en la Alameda de los Arcos los cabezudos, seguidos de una gaita del país y luego las imágenes del Niño Dios, San Antonio, San Julián ; tras el estandarte de la Asociación (cuya vara conducía D. Jesús Caamaño y de las cintas D. Jesús Mariño y D. Romualdo Negreira); el de las Hijas de María (que llevaban las jóvenes Luisa Teijeiro, Ascensión y Josefa Caamaño), más la imagen de la Inmaculada, con una corte de honor formada por las vellas damas de esta villa.

Cerrando la procesión, el Ayuntamiento, presidido por el Alcalde que daba la derecha al Capitán de la Guardia Civil y la izquierda al teniente de la Línea....y allí entre el sinnúmero de personas que tornaban tras la procesión por la Carrera de San Mauro, bajo los gallardetes que agitaba el aire, iba él, el repatriado que sobre el penco bajaba el día anterior la pendiente que serpentea por entre los rumorosos pinares; descubierta la cabeza, henchidos de llanto los ojos, que se negaban a creer que aquella fuese Negreira, la de vida tranquila, monótona y cubierto de aromáticas hojas de las flores que á la Inmaculada arrojaron de los balcones...Las flores con que la pequeña patria lo coronaba en prueba del agradecimiento con que premiaba el sacrificio que se imponía allende de los mares para enviar la cantidad con que contribuía a la realización de los meritorios fines de la SOCIEDAD SAN MAURO.

Las mismas flores que en un pequeño relicario guarda con veneración, como recuerdo de su llegada al hogar sagrado, y que tantas veces besó cuando en famélico potro subía la pedregosa cuesta en dirección a la ennegrecida casuca de sus anhelos, a la casa de sus mayores.

Las mismas flores que hoy contempla con fruición al hacer memoria de aquella iluminación, aquellos fuegos, de aquella música, de aquel baile, de aquella misa solemne, de aquella procesión... ..¡del goce inefable que le proporcionó la Asociación San Mauro de la que es ferviente apasionado!


...

El progreso y la cultura no se detienen en su marcha, y los pueblos que no se ayudan de los elementos de vida que para adelantar en sí tienen, quedan atrás, cubiertos con el velo del olvido.

                           José Reino Caamaño

 Boletín de la Sociedad San Mauro nº 1

            Negreira ,15 de marzo de 1904